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La hernia inguino - crural

2.2. ETIOLOGÍA, FACTORES PREDISPONENTES Y DIAGNÓSTICO

Las hernias inguinales pueden ser congénitas o adquiridas, relacionándose las primeras con el descenso testicular, en el hombre, y con la migración del ligamento redondo, en la mujer, persistiendo en ambos el conducto por falta de obliteración completa del proceso peritoneo vaginal. Por el contrario, no se ha demostrado un origen congénito de la hernia crural [4]. Se consideran factores predisponentes del desarrollo herniario, factores generales, como la edad, falta de ejercicio físico, embarazos múltiples, cirugías previas y reposo en cama, y todas aquellas circunstancias en las que aumenta la presión intraabdominal, como la obesidad, la enfermedad pulmonar crónica con tos recurrente y el estreñimiento y el prostatismo, por la necesidad de realizar esfuerzos para la defecación o micción [7].

El diagnóstico de esta patología se realiza habitualmente por la clínica y la exploración física. La aparición de la hernia inguinal puede ser aguda, tras un esfuerzo intenso o inusual, o desarrollarse de forma insidiosa, situación en la que el paciente puede estar asintomático y descubrirse la hernia en un examen rutinario, o notar una molestia y tumoración en la región inguinal que aumenta con los esfuerzos y se reduce manualmente o con el decúbito [6]. Las hernias crurales suelen presentarse como una tumoración de pequeño tamaño, reducible o no, situadas medialmente a la arteria femoral y por debajo del ligamento inguinal. Su escasa incidencia respecto a las inguinales, su tamaño y la elevada frecuencia con que se complican, hacen que frecuentemente su diagnóstico sea difícil [4].

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