En la mayoría de los casos, el diagnóstico suele realizarse en base a la anamnesis y a la exploración física, con lo que deben recogerse todos los datos en la historia clínica del paciente. Un primer paso importante es que los médicos de Atención Primaria diferencien correctamente una hernia femoral de una inguinal, debido al mayor riesgo de incarceración y estrangulación de la primera [29]. En la historia clínica deberá figurar el tiempo transcurrido desde su aparición [26 , 30] , así como los resultados del examen físico en bipedestación (para confirmar la presencia o ausencia de la hernia tras tos o esfuerzo) y en decúbito (para verificar la reducción de la hernia). Deberá descartarse la bilateralidad de la hernia y dejar reflejado el dolor y su severidad, la existencia de incapacidad para la vida laboral, social y familiar, y de factores de exacerbación. Por último, es también esencial recoger todos los antecedentes personales y la medicación a la que esté sometido el paciente [31].
Inicialmente, las hernias inguino-crurales únicamente suelen producir sensación de peso, sobre todo en períodos prolongados de bipedestación, aunque progresivamente irá apareciendo una masa en la región afecta, asociada a malestar o a dolor leve o moderado.
Los factores que habitualmente se consideran de riesgo a la hora de desarrollar una hernia inguino-crural son los siguientes: anomalías congénitas, condiciones que conducen a una presión intraabdominal elevada (tos crónica, obesidad, esfuerzos al defecar u orinar, embarazo, esfuerzos al levantar objetos pesados, etc.), alteraciones del estado nutricional, cirrosis con ascitis, diálisis peritoneal de larga duración y ciertas intervenciones quirúrgicas, como la apendicitis [7].
Con respecto a los factores asociados a la aparición de complicaciones, habitualmente se considera la edad, el tipo y el tiempo de evolución de la hernia y las enfermedades concomitantes [32]. Así, los pacientes varones de mayor edad, con una historia corta de hernia inguinal (o de mujeres con hernia femoral) y con enfermedades cardiovasculares, renales o respiratorias, son los que presentarían una mayor probabilidad de estrangulación o de complicaciones como el desarrollo de infecciones graves tras la operación, que pueden llevar a la muerte. La identificación de estos factores podría ayudar a clasificar a los pacientes en un grupo de riesgo, teniendo prioridad para una cirugía programada temprana y evitando una mortalidad y morbilidad significantes.
Resumen de la evidencia
En la historia clínica del paciente con hernia inguino-crural es importante recoger todos los datos referentes a la anamnesis y exploración física, antes de su derivación al cirujano para la valoración quirúrgica [31]. Nivel de evidencia 3.
Los factores de riesgo para el desarrollo de una hernia inguino-crural son las anomalías congénitas, las condiciones que conducen a una presión intra-abdominal elevada, los estados nutricionales alterados, la cirrosis con presencia de ascitis y la diálisis peritoneal de larga duración [7]. Nivel de evidencia 3.
Se consideran factores asociados a la aparición de complicaciones, la edad avanzada, el tipo y el tiempo de evolución de la hernia y la presencia de enfermedades concomitantes [32]. Nivel de evidencia 2+.
Recomendaciones
El diagnóstico de hernia inguino-crural se realizará habitualmente en base a la clínica y a la exploración física. |
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Los principales datos que se deben recoger en la historia clínica deberían ser los siguientes:
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