Fiebre tifoidea

Fiebre tifoidea

La fiebre tifoidea (en adelante, FT) es una enfermedad infecciosa aguda sistémica de comienzo insidioso provocada por la bacteria Salmonella typhi  (S. Enterica  subsp. Enterica serovar Typhi ).

Las manifestaciones clínicas iniciales de la FT son malestar general, debilidad, pérdida de apetito, dolor de cabeza, estreñimiento o diarrea y fiebre con temperaturas que alcanzan los 40 ºC. Las lesiones rojas de la piel (roséola) son características de esta enfermedad, pueden permanecer durante 14 días y son visibles en alrededor del 30 % de los casos. En algunos pacientes aparece un deterioro del nivel de consciencia. La evolución de la enfermedad suele ser benigna con el tratamiento adecuado y consigue una letalidad estimada menor del 1 %, frente al 10 % a 20 % sin tratamiento. No obstante, a veces aparecen complicaciones, como lesiones cardíacas graves, hemorragias gastrointestinales, perforación intestinal y alteraciones neurológicas importantes. Después de la curación clínica, hay individuos que continúan eliminando la bacteria por las heces por un período de tiempo variable, estos son los llamados portadores, que se llaman crónicos cuando este tiempo es superior a un año.

El hombre es el único reservatario natural de S. typhi. Entre el 2-5 % de los pacientes se convierten en portadores crónicos, dependiendo de la edad, del sexo y del tratamiento antibiótico recibido. El riesgo es mayor en las mujeres de edad media, sobre todo en aquellas que presentan alguna patología biliar y que no recibieron una terapia antibiótica idónea. Los portadores crónicos en orina se asocian a la presencia conjunta de litiasis renal y esquistosomiasis.

La FT se puede transmitir por contacto directo, vía fecal-oral, entre una persona infectada y una persona susceptible, o por mecanismo indirecto a través de la ingestión de agua o alimentos contaminados, sobre todo las verduras y los moluscos crudos. Las moscas también pueden actuar como vehículo de transmisión contaminando los alimentos. También se documentó la transmisión sexual, aunque es infrecuente.

Hay pocas evidencias de que exista una alta transmisión secundaria en países no endémicos. De hecho, en un estudio realizado en Londres de 635 contactos estrechos de casos conocidos, no se encontró ningún caso al realizar el seguimiento con una serie de dos coprocultivos.

El período de incubación varía con la dosis infectiva de 3 a 60 días, normalmente de 8 a 14 días. Se observó que en un 96 % de los que regresaban de viaje tenían un período de incubación dentro de los primeros 28 días.

La transmisión persiste durante todo el período en el que se excreten los microorganismos en las heces o en la orina. Habitualmente, la excreción comienza una semana después del inicio de los síntomas, dura todo el período de convalecencia y persiste durante un tiempo variable. El 10 % de los pacientes eliminan microorganismos durante los 3 meses que siguen a la desaparición de los síntomas. En los portadores crónicos la excreción puede ser intermitente.